jueves, 29 de septiembre de 2011

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Y en la levedad del movimiento, en que se asciende, en que se desprenden puntas de suelo,
uno mira hacia abajo y sonríe al mar de gigantes pequeños. De nubes se atraviesa, y mira ahora arriba para empaparse la cara de rocío virgen. Piensa uno, qué de globos me han ofrecido con helio suficiente para no volver. Por el hilo fino trepa, está bien el descanso. Se agarra, coge aire y grita. Tantea entonces un espacio acolchado, más en tierra. Y piensa en rezar más no lo hace, por caer mullido y a salvo. Mientras cae mira hacia arriba, se despide hasta el próximo arrebato. Mario siempre disfruta de la levedad del salto.