miércoles, 18 de febrero de 2009

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Cuentan veces que los pistachos se vuelven sordos al oído de sus crujidos. Los viejos aspiran hedores de tarde en las campiñas y todo parece estar en calma. Las amas de sus rebaños cuentan quejidos uno por uno, para luego tejer jerseys y callar bocas. La metamorfosis se transforma en tarde y el sol se va por donde ha venido. La reina de las hadas transpira calma mientras reposa su gran plan. El mago ya viene, y reabsorbe pesadillas.